El hidrocele es, básicamente, una acumulación de líquido alrededor del testículo (concretamente entre el testículo y la capa que lo recubre, llamada “túnica vaginal”. Y aunque es indoloro, lo cierto es que ocasiona un alto grado de preocupación en el paciente, por lo que si sientes hinchazón en el escroto, es importante tratarlo para descartar otras causas.
El hidrocele es muy común en niños recién nacidos, aunque puede aparecer en cualquier momento de la vida. Normalmente, cuando se presenta en bebés, suele desaparecer al año de vida de manera natural.
¿Cómo sé que tengo hidrocele? ¿Cuáles son sus síntomas?
Como hemos indicado anteriormente, la única indicación de un hidrocele es una hinchazón indolora en ambos testículos. Por lo tanto, es importante visitar al urólogo para descartar otras causas que pueden ser perjudiciales.
Por otro lado, en bebés suele desaparecer al cabo de un año. No obstante, si supera los doce meses y sigue la hinchazón o bien aumenta de tamaño, es necesario pedir a tu médico que revise el hidrocele nuevamente.
Causas del hidrocele
Debido a que las causas son distintas, vamos a hacer una distinción entre bebés y personas adultas.
Bebés
Los testículos descienden desde la cavidad abdominal del bebé durante el desarrollo hasta el escroto. A veces, el líquido permanece una vez se cierra el saco (conocido como hidrocele no comunicante) y el líquido se absorbe de forma gradual en el primer año de vida. No obstante, a veces, el saco queda abierto (hidrocele comunicante) y puede cambiar de tamaño o fluir líquido hacia el abdomen. Además, normalmente, el hidrocele comunicante se asocia a una hernia inguinal.
Personas adultas
Un hidrocele puede ser formado como resultado de una lesión o inflamación dentro del escroto. Esta inflamación puede ser debida a una infección en el testículo o bien en el tubo en espiral ubicado detrás de cada testículo (epididimitis).
¿Qué riesgos tiene un hidrocele? ¿Cómo se diagnostica?
En general, se trata de un proceso benigno que no produce ningún tipo de complicación. Es un diagnóstico común y una vez tratado no altera en absoluto la vida cotidiana, reproductiva o sexual del paciente.
En casos raros de hidrocele se puede producir cierta isquemia testicular (falta de riego sanguíneo) y podría afectar a la función del testículo en cuestión.
El diagnóstico, inicialmente, se produce mediante una exploración física. Una vez detectado, se realiza una prueba sencilla denominada “prueba de la transiluminación” que consiste en la aplicación de luz externa sobre el escroto para confirmar si efectivamente estamos ante un caso de hidrocele.
¿Cuál es el tratamiento de un hidrocele?
El hidrocele no suele necesitar tratamiento (sí revisión) a no ser que sea muy incómodo. Si fuera necesario el tratamiento quirúrgico, tendría como objetivo evacuar el líquido y prevenir su reaparición.
En la intervención, el escroto se abre a través de la ingle y se extrae el líquido, así como las membranas que rodean al testículo, con el fin de evitar que vuelva a acumularse líquido en su interior. Se realiza bajo anestesia y requiere un ingreso hospitalario de corta duración, con complicaciones y riesgos mínimos.
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